miércoles, 28 de diciembre de 2011

EL JUEGUITO DE TÉ, un cuento de Poldy Bird

 
  De porcelana blanca, cascarita de luna, con una rosa rosa y otra amarilla, el juego de té fue sacado de la caja por manos un poco pegoteadas de caramelos, mientras la mirada de mamá Frida aprobaba.
-Jugá mucho con esas tacitas, con esa tetera..., serviles el té a las muñecas, a tus amiguitas... Los juguetes son para gastarlos.
El marido de Frida no estaba tan seguro de querer entregar ese juego que había sido de su niña, la pequeña Miriam Raquel, que ya corre carreras con los ángeles y le riza los rayos al sol.
-Pero cuidalo...-musitó, y le vi un gesto como de querer ubicar hacia el centro de la mesa una tacita que estaba en el borde. Cuidalo... Un cuidalo que quería decir “Era de mi hija..., de mi niña, que ya no puede jugar. Es un poco mi niña..., no la lastimes...”
De porcelana blanca con rosas pálidas...
Unas rosas que contrastaban con tus mejillas arreboladas, Verónica.
Unas rosas delicadas que no se parecían a la torpeza de tus movimientos.
Revoltosa, barullera, trompo, goteando con agua el piso; la teterita llena, convidando a las muñecas, imitando la voz de “la señora” que pone mamá, sin darse cuenta, cuando tiene visitas.
A Frida la conocí en La Plata, cuando fui a firmar ejemplares de mi libro, en una librería. Ella se mantuvo largo rato al margen, mirándome, oyendo lo que hablaba con las demás personas que se acercaban y me hacían preguntas. Por fin (digo por fin, porque en el libro hablo de la muerte, y se trasluce en muchas de sus frases mi temor a morirme joven, como murió mi madre), por fin alguien mencionó la muerte; entonces Frida deshilvanó su voz y dijo:
-Pero perder un hijo es algo de lo que uno no se recupera nunca...
La miré. En sus ojos había, además de tristeza, una especie de súplica, una enorme necesidad de que me dedicara a ella. Y lo hice porque sentí el impulso tremendo de hacerlo.
Me mostró una foto de su niña muerta, una donde Miriam Raquel sonreía descubriendo sus hoyuelos, y su pelo largo brillaba bajo la luz de los focos de la casa de fotografía.
-Tenía nueve años... ¿Sabe?- murmuró-. Yo la fui recuperando a pedacitos en los cuentos que usted escribió para Verónica. Cuando los leía, cobraba vida nuevamente mi niña...
Entonces yo le dije que hacía tiempo que me estaba rondando un cuento para las madres que habían perdido un hijo pequeño... y ella me pidió que ese cuento se lo dedicara a Miriam Raquel. Y para Miriam fue también la dedicatoria que escribí en la primera página del libro.
Frida se fue; al rato volvió con una caja de bombones para Verónica, le dio un beso y me pidió la dirección de mi casa para escribirme cuando sintiera la necesidad de hacerlo.
Pensé, entonces, que si mi libro había servido para darle consuelo aunque fuera a una sola persona, ya tenía su cometido cumplido. Y por primera vez me di cuenta del poder que tenían esas letras impresas.
Apenas unos días de aquello habían transcurrido, cuando Verónica entró de la calle,  diciendo:
-Mamá, abajo está la señora que me regaló los bombones en la librería de La Plata.
-Será parecida...-comenté.
-No, es ella; vino con el marido..., quieren verte..., están conversando con papá, enseguida suben...
Y eran. Frida, con una luz nueva en los ojos y con una sonrisa ancha y blanca que no le conocía. Él, más callado, más cauto, tal vez menos convencido de que mi hija y yo pudiéramos ser depositarias de ese juego de té que traían entre las manos, como un verdadero tesoro.
El juego de té con el que casi no alcanzó a jugar Miriam Raquel.
El juego de te que Frida quería que fuera usado hasta el cansancio o hasta la rotura total por mi Verónica.
El juego de té que el marido de Frida no entregaba del todo...
Por si no hubiéramos estado en casa porque era domingo, ellos habían traído una tarjeta escrita para dejar su valiosa carga en portería: “Cuando nos tienden una mano amiga, sólo podemos decir desde el fondo del alma, muchas gracias.”
“Señora Poldy Bird, dulce Verónica: gracias por ser ambas como son. Dios colme de bendiciones vuestro hogar y, por favor, acepten esto en recuerdo de Miriam Raquel, una niña también muy dulce que debe sonreír desde el cielo porque otra chiquita jugará con algo que fue de ella. La Plata, diciembre de 1970”.
De porcelana blanca, cascarita de luna, con una rosa rosa y otra amarilla..., el jueguito de té fue puesto en su caja, pieza por pieza... Verónica jugó muchas tardes con él...; ella, tan destrozona, tan manos de manteca para las cosas finas, no rompió ni un platito, ni una taza.
-Mamá, ¿dónde está el jueguito de té que me regaló la señora de La Plata?
-No sé..., debe estar por ahí..., entre tus juguetes... El día que ordenes los cajones lo vas a encontrar... ¿No está muy fuerte el televisor? ¿Por qué no vas a bajarlo?
Ella se olvida al momento. Tiene la inconstancia de los ocho años. Algún día le voy a decir que la caja, con el juego de té, esta en... el estante más alto de mi placard. Algún día, cuando sea más grande, le voy a contar esta historia, que ella conoce a medias... y entenderá, estoy segura, por qué guardé el juego antes de que lo rompa... Porque no es solamente un juguete..., es un símbolo..., es todas las madres y todos los padres y todas las nenas sorbiendo agua transparente en tacitas de porcelana blanca..., es la niñez poniendo los dientes bajo la almohada para que el ratón Pérez o el ángel de la guarda le ponga una moneda..., es un globo amarillo soltándose, en la plaza, y estampando en el cielo una mota de oro...
Miriam Raquel: ese jueguito de té no ha perdido del todo el roce de tus manos. Las manos de mi niña lo volvieron más tibio. Y no fue mi egoísmo el que lo guardó en ese estante alto..., sino mis ganas de tenerlo para siempre..., de que tu mamá sepa que otra nena jugó con él, y tu papá sepa... que otra mamá lo cuidó porque esa porcelana blanca, cascarita de luna, nunca va a dejar de ser tuya...


Poldy Bird
“Nuevos cuentos para Verónica”
Ediciones Orión. Buenos Aires, 1975.
 Para leer éste y otros cuentos de Poldy Bird:
http://www.megaupload.com/?d=QHOSHK7N
Para saber más de la autora:
http://www.poemas-del-alma.com/blog/biografias/biografia-de-poldy-bird

No hay comentarios:

Publicar un comentario