“Quien no lo sepa es hora de que
lo aprenda: todos los apodos tienen su historia y su porqué. Y son cabales,
precioso y aun exactos en su origen, como producto que lo son de sagaz sabiduría
popular”.
Calladas rebeldías no deja de ser
en cierto modo la vida del “Tío Cigüeño”, mozo soriano que vive los primeros años
del siglo XX, muriendo al principio de la guerra civil. Situar una novela en
esos años te permite contar una vida que ya no conocemos, que como mucho hemos
oído en los labios de los abuelos al calor de la lumbre junto al café de
puchero. Carmelo Romero nos lleva a ese entonces desde el ahora, con una prosa
decimonónica. Nos enfrenta al un mundo apenas recordado, al temido servicio
militar en colonias, al pago a cambio de ir a la mili, al pueblo explotado, no
enseña los dientes del hambre, nos habla de un pícaro que sobrevive como puede
porque cuando el hambre aprieta uno hace cualquier cosa para seguir vivo. Nos
habla de caciques y compra de votos, algo común que se somete en el pueblo a
votación. Nos habla de la república en un pueblo pequeño en el que no tiene la
misma trascendencia que la proclamación en Madrid o Barcelona.
Nos presenta la vida desde el
bando de los perdedores, el “Tío Cigüeño”
es un hombre pobre que vive trabajando desde bien pequeño, pero también
es un luchador y creo que en la lucha es dónde encontramos la simpatía por el
personaje y sus circunstancias. Nos lleva por caminos de Soria que podían ser
también otros, los caminos de Zaragoza o Teruel. Nos habla de las pequeñas
miserias de gentes que vivían de un modo diferente al que vivimos ahora pero
que nos recuerda el sabor del queso fuerte y el olor de la lumbre en la ropa. Nos
habla de la integridad de un hombre que acabo siendo alcalde en la república y
del cambio político que recuerda en cierto modo a Lampredusa y su Gatopardo “Todo
cambia para quedar siempre igual”. Porque los cambios políticos son eso,
cambios para ser lo mismo al final y los hombres siguen sometidos a la sinrazón
del político que compra votos o al que te gobierna. Nos habla de tierra perdida
y lugares olvidados, de sitios desconocidos, de sensaciones desconocidas para
la mayoría hoy en día. ¿Mis hijas entenderán este libro? Lo dudo. Incluso a mí
me cuesta mucho entender que eso sucedía. Porque pese al cambio para quedar
igual hemos cambiado, hemos evolucionado. El siglo XX ha supuesto un tremendo
cambio y ahora cualquiera puede llegar a obtener cualquier trabajo al que
aspire.
Nos narra la vida desde la
sabiduría popular. ¿Desean ustedes coger de la mano al Tío Cigüeño y recuperar
la memoria de un tiempo pasado? Pues ya saben, abran el libro y lean. Estoy segura
que no le va a decepcionar.
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