Yo quisiera hoy decirte dulcemente
que mi mano es amiga y el deseo dormido,
que el hilo de mi voz te acaricia tan sólo.
Yo quisiera decirte que te quiero despacio
con un amor pequeño hecho de luz de lluvia,
de sonrisas azules, de besos en la frente,
de caricias sin tacto, de cariño sincero.
Yo quisiera decirte que el corazón me duele
como una poesía escrita sobre el agua
llevada como una hoja caída en la corriente.
Y que sepas que es cierto, sincero lo que digo.
-¡Ay, corazón de rosa, mi corazón de rosa!-,
y que te quiero siempre, a pesar de la muerte.
Luis Andrés
(Del libro titulado NOSOTROS DOS, Álbum de amor, 2002)
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