Unos niños reciben sus pagas, pero se las suelen gastar en
chucherías. Así no aprenden a administrar el dinero. Sus familiares les
proponen un concurso, para ver qué pueden hacer en el plazo de un año. Los dos primos
más pequeños se lo gastan todo cada semana.
Moncho lo apuesta
en cromos con otros niños y hace todo tipo de cambalaches. Parece que se va a
hacer rico, pero tanto le puede la avaricia, que arriesga demasiado y lo pierde
todo.
Alejandro, con una
voluntad de hierro, ahorró todo y fue el ganador del concurso.
Faltaba ver qué había
hecho Julia con su dinero. Ella le había dado sus monedas a un músico ambulante,
un pobre violinista que tocaba en el parque. Este le enseñó a tocar el violín. El
violinista le prestó un violín y tocaron juntos en el parque. Y tuvieron tanto éxito
que Julia pudo comprarse un violín y aún le sobró dinero.
Toda la familia la
ayudó a convertirse en una famosísima violinista y le contaban a todo el mundo
cómo unas pocas monedas bien administradas fueron suficientes para hacer
realidad el sueño más hermoso de una niña.
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